Aquí en el pueblo, la vida y los días discurren de una manera tranquila y sencilla.
Por la mañana la mayoría de las personas que están o bien pasando unos días de sus vacaciones, todo el verano, o residiendo de manera permanente, lo primero que hacen, todos los días, excepto los martes, que es día de compra de toda la semana en el pueblo de al lado.
Es ir andar con la fresca por los muchos caminos y recorridos que hay en el término del pueblo, luego cuando regresan de pasear y hacer ejercicio, se arreglan, desayunan, arreglan la casa, hacen la comida , comen , se echan la siesta ( costumbre muy española por ciento, que aún no se ha perdido, y que ¡ojalá! no se pierda nunca).
Por la tarde se juntan en grupos, unos de mujeres y otros de hombres (cosa que no me parece muy bien, esa distinción de reunión por sexos) en las diferentes zonas de los lugares de donde tienen sus casas, formando corrillos para jugar a las cartas (Al guiñote, tute, brisca, rabino…) durante casi toda la tarde hasta que refresca un poco, o se cansan. Pero tienen mucho aguante y tardan a cansarse, a la sombra de unas acacias, o al lado de la pared da la cara oeste de la iglesia, que es donde yo no da el sol de plano y se está fresco porque da la sombra.
Para cuando terminan los cotos que se han fijado o baja el relente y comienza hacer un poco de airecito, salir en grupos de nuevo los de la mañana y los que no lo habían hecho aún, por diferentes senderos y recorridos a andar y estirar las piernas un poco hinchadas, entumecidas de casi toda la tarde de tenerlas inmóviles y a favor de la gravedad.
Regresan de sus paseos, hacen la cena, cenan y muchos, después se reúnen en la plaza de nuevo, con sus chaquetas para el fresco de la noche , en que lo hace casi todas , por el espacio de una hora o así, con el interés de hablar, relacionarse , contar cosas, recordar el pasado, profundizar y reflexionar sobre lo que pasa en el mundo o simplemente gastarse bromas, reír, cantar o hablar de temas graciosos, a la vez que muchos hacen tiempo, hasta que llega la hora del plazo que les han dado a los nietos para que se diviertan y regresarlos a la cama.
Es una vida, una forma de pasar el día o los días sencilla, sana y simple, pero tranquila, de mucha paz, compañerismo y solidaridad.
En las calles no se oye nada más que el sonido de los grillos por la noche, y el canto de las golondrinas y los jilgueros por la mañana.
Pero no, y desde los tres últimos años el de las palomas, que nadie sabemos lo que les puede haber pasado, no hay ninguna, y eso que antes el pueblo estaba plagado de ellas, y hasta molestaban por sus excrementos, que los depositaban donde mejor les venía y ensuciaban mucho las cosas y si te descuidabas también a personas.
Este ha sido siempre un pueblo de muchas palomas y palomares que se remontan a antes de la inquisición, y en los que en la actualidad aún queda alguno en pie, incluso hay uno de unos 15 años de antigüedad.
La vida sencilla del pueblo y los palomares
4 agosto, 2013 por gacaoran
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